Sorry, Baby es una metáfora sobre un tema escabroso que la directora Eva Victor trata con sutileza. La película no cuenta la historia de un jalón. Victor —directora, guionista y protagonista— va presentando etapas, y el espectador va armando el rompecabezas que conforma el paisaje total. En cada capítulo las emociones se van desarrollando, y uno se va enterando de que algo malo le ha pasado a Agnes, pero la vida sigue para todos los demás. Cuando una querida amiga que está a punto de alcanzar un hito importante la visita, Agnes empieza a darse cuenta de lo estancada que está y comienza a buscar la manera de seguir adelante.
La película, aunque trata un tema desagradable, es una obra de arte que transmuta los hechos y los sitúa en un contexto de sanación. La actuación de Eva Victor es conmovedora. Transmite las dudas, temores y descubrimientos de la protagonista, Agnes, una profesora en una pequeña universidad.
La historia de Agnes nos recuerda que a veces vivimos situaciones traumatizantes y nos tardamos en darnos cuenta de los efectos que tales experiencias pueden tener en nuestro futuro. Podemos sentirnos culpables, traicionados, aislados, y salir de esa niebla en la que uno puede entrar en tales circunstancias requiere entereza, decisión y apoyo de las personas alrededor.
Sorry, Baby no se regocija en la tragedia; al contrario, es una comedia —a veces con un poco de humor negro—, pero una comedia, al fin y al cabo, con matices de drama, por supuesto.
Los diferentes personajes en la historia representan las múltiples personalidades que existen en la vida real y, por lo tanto, en toda obra artística que refleja la realidad. Hay personajes lascivos, envidiosos, pero también los hay con empatía, amor y compasión. También hay un gato. ¿Por qué? Eso habría que preguntárselo a Victor. Quizá ella tenga uno en su vida. En este caso, bueno, también desempeña un papel terapéutico.
La película muestra, poco a poco, las etapas que llevan a Agnes a la sanación —o al menos a un punto cercano a ella— y presenta con ternura las cicatrices permanentes que siempre llevará consigo. Asimismo, subraya la importancia de la amistad y el apoyo de los demás. En este aspecto destaca el poder de la amistad. Lydie (Naomi Ackie) y Gavin (Lucas Hedges) son amigos de Agnes, y su relación y acompañamiento le dan al personaje y a su historia una estructura por la cual navegar cuando el autodescubrimiento del trauma causa dolor y confusión.
Entre los capítulos del filme se incluye uno dedicado a un sándwich, en el cual se ilustra la importancia de la empatía. Los actores de reparto dan solidez al filme, eso también queda claro en este mismo capítulo.
Sorry, Baby es una película que puede ser dolorosa para quienes hayan sufrido algo malo, como Agnes, pero también es un rayo de luz sobre cómo encontrar una salida, y muestra que existe la posibilidad de reconstruirse y de seguir adelante en la vida.
En general, es una película que da esperanza, aunque el tema sea difícil. Agnes encuentra su fortaleza, y el espectador puede ver la evolución del personaje en la expresión de sus ojos, en su curiosidad y en los gestos de descubrimiento. Por eso existe en el título —y en la historia— una bebé. ¿Qué puede haber más esperanzador que un bebé? Lo dicho: esta película es una metáfora de algo malo que pasó y que ha sido superado. Queda en Agnes, y en los espectadores, la sabiduría de la jornada vivida.
