Este viernes 20 llega a los cines Mufasa: The Lion King, una película que promete el sello inconfundible de Disney: superación, personajes entrañables, humor, música… pero algo esencial parece faltar.
Desde que terminé de verla, he intentado identificar qué elemento no está presente. Todas las partes técnicas están en su lugar: el talento de los animadores, los actores y los músicos es innegable. Sin embargo, no fue hasta esta mañana, mientras vaciaba los bolsillos de la chamarra que llevé anoche, que comprendí lo que faltaba: mis pañuelos desechables estaban intactos.
Explico: reseño películas desde hace muchos, muchos años, y aunque mi observadora interna profesional siempre está presente, no puedo evitar ser sensible. Lloro fácilmente, ya sea por una película conmovedora o por algo trivial, pero siempre hay algo que mueve mis emociones. Sin embargo, al ver Mufasa anoche, mis emociones permanecieron intactas. Ese es el vacío central de la película: no logra conectar emocionalmente con el espectador.
Por supuesto, esta es mi opinión. Intento ser objetiva y justa, pero como todo ser humano, observo desde mi propia experiencia. Quizá el problema radica en que el público ya conoce el trágico destino de Mufasa, lo que dificulta generar un apego hacia su historia.
La película dirigida por Barry Jenkins narra, en retrospectiva, cómo un cachorro huérfano, perdido y solo, encuentra un inesperado aliado en Taka (Kelvin Harrison Jr.), un simpático león heredero de un linaje real. Ese encuentro fortuito pone en marcha un extenso viaje, en el que un grupo de inadaptados se une en busca de su destino. La narración de esta historia se intercala con diálogos en tiempo presente entre los queridos personajes del universo de El Rey León: el sabio mandril Rafiki (John Kani), el jabalí Pumbaa (Seth Rogen) y la suricata Timón (Billy Eichner), quienes discuten y bromean durante buena parte del filme.
Hay que reconocer que la producción es impecable. Los personajes se presentan con un realismo impresionante, y los escenarios son visualmente deslumbrantes. La sabana africana, llena de flores y mariposas de colores, parece un lugar de ensueño que uno desearía visitar en la vida real. En términos visuales, Mufasa alcanza un nivel sobresaliente.
Como película musical, tiene momentos donde los personajes se sueltan a cantar… Sí, son leones cantando. Las canciones, obra del talentoso Lin-Manuel Miranda, son agradables, aunque no tienen el impacto inmediato en la memoria de los clásicos de Disney. Quizá, como ocurrió con We Don’t Talk About Bruno de Encanto, los niños pequeños adopten algunas de estas canciones en los próximos días, pero ninguna parece estar a la altura de los grandes éxitos de la franquicia.
A propósito de los más pequeños, aquellos menores de siete años que no conocen la historia original de El Rey León probablemente encontrarán en Mufasa su primer acercamiento a este universo. Sin el peso del destino que conocemos los adultos, podrán disfrutar de la aventura sin ataduras emocionales previas.
Mufasa es una película técnicamente impecable, con un mensaje positivo sobre la unidad frente a la adversidad. Sin embargo, su falta de emoción puede dejar indiferentes a quienes busquen una conexión más profunda. Aun así, logró arrancar aplausos de parte del público en su proyección local, lo que muestra que cada espectador vive la experiencia de manera diferente.
Finalmente, es importante mencionar que Mufasa incluye peleas entre leones y caídas en barrancos o en aguas profundas, escenas que podrían resultar inquietantes para los espectadores más pequeños. La película se estrena este viernes. Si eres amante de Disney, seguramente disfrutarás de su impecable producción. Solo no olvides tus pañuelos… aunque tal vez no los necesites.