Mikhail Zinshteyn | Calmatters
Artículo original de CalMatters, traducido independientemente por Lilia O’Hara
Esta primavera, los Institutos Nacionales de Salud (NIH, siglas en inglés) comenzaron discretamente a cancelar programas en decenas de universidades que preparaban a prometedores estudiantes de grado y posgrado para obtener doctorados en ciencias.
Al menos 24 campus de la Universidad de California y de la Universidad Estatal de California perdieron becas de formación que proporcionaban a sus estudiantes estipendios anuales de aproximadamente 12 000 dólares o más, así como exenciones parciales de matrícula y fondos para viajar y presentar sus investigaciones en conferencias científicas. Es probable que el número de programas afectados sea mayor, ya que los NIH no proporcionaron a CalMatters una lista de todas las becas canceladas.
Cal State San Marcos, un campus del norte del condado de San Diego con un elevado número de estudiantes de bajos ingresos, está perdiendo cuatro becas de formación por valor de aproximadamente 1.8 millones de dólares al año. Una de las becas, ahora denominada U-RISE, se había concedido a San Marcos anualmente desde 2001. Los estudiantes de San Marcos que recibían las becas U-RISE a menudo podían renunciar a sus trabajos a tiempo parcial, lo que les permitía concentrarse en la investigación y en el desarrollo de las habilidades necesarias para obtener un doctorado.
Los recortes se suman a los cientos de millones de dólares en subvenciones que la agencia ha cancelado desde que el presidente Donald Trump asumió su segundo mandato.
Para encontrar los campus de California que perdieron las subvenciones para formación, CalMatters buscó las subvenciones para formación conocidas en la herramienta de búsqueda de los NIH para ver si esas subvenciones seguían activas. Si el número de concesión de la subvención lleva a un enlace roto, esa subvención ha caducado, según señala un aviso en otra página web de los NIH.
Las páginas web de los NIH correspondientes a las subvenciones que buscó CalMatters, incluida U-RISE, ya no son accesibles. Algunos campus, entre ellos San Marcos, Cal State Long Beach, Cal State Los Ángeles y UC Davis, han actualizado sus propios sitios web para indicar que los NIH han puesto fin a las subvenciones para la formación de doctores.
“Estamos perdiendo toda una generación de académicos que, de no ser por este tipo de programas, no habrían seguido estos caminos”, afirma Richard Armenta, profesor de kinesiología en San Marcos y director asociado del Centro de Formación, Investigación y Excelencia Educativa del campus, que gestiona las becas de formación.
En San Marcos, 60 estudiantes que habían sido admitidos en el centro perdieron becas con estipendios, exenciones parciales de matrícula y dinero para viajar a conferencias científicas para presentar sus hallazgos.
De amar la biología a querer un doctorado
Antes de la suspensión de las becas del NIH, Marisa Mendoza, estudiante de grado en San Marcos, recibió dos becas de formación. Desde la escuela secundaria, las asignaturas favoritas de Mendoza eran la biología y la química.
Para ahorrar dinero, asistió al Palomar College, un centro de formación profesional cercano, donde comenzó a formarse como enfermera. Eligió esa carrera porque le permitía centrarse en las materias científicas que le gustaban. Pero pronto Mendoza se dio cuenta de que quería dedicarse a la investigación en lugar de tratar a pacientes.
En Palomar, un profesor de anatomía le habló del programa Bridges to the Baccalaureate, financiado por los NIH, una beca de formación para estudiantes de centros de formación profesional que les permite obtener una licenciatura y cursar estudios superiores en ciencias y medicina.
“En aquel momento ni siquiera sabía lo que era la universidad”, afirma. Ninguno de sus padres había terminado la carrera.
El programa Bridges la puso en contacto con la Universidad Estatal de California en San Marcos, donde visitó diferentes laboratorios para encontrar el más adecuado. En ese momento estaba cursando una asignatura de microbiología y encontró un laboratorio dedicado al estudio de las poblaciones bacterianas en los enclaves costeros cercanos. El laboratorio ponía en práctica lo que ella estaba aprendiendo de forma teórica. Se quedó fascinada. “Simplemente hice clic, como si pudiera hacerlo, me resultaba muy fácil y era algo que me apasionaba cada vez más a medida que adquiría más responsabilidad en el laboratorio”, dijo Mendoza.


Desde Palomar fue admitida como estudiante transferida en San Marcos y en campus más selectivos, como la UCLA y la UC San Diego. Eligió San Marcos, en parte para vivir en casa, pero también porque le encantaba su laboratorio y quería continuar con su investigación.
Se matriculó en San Marcos el otoño pasado y continuó su trayectoria doctoral gracias a la beca U-RISE. Se suponía que la financiaría durante dos años. El NIH canceló la beca el 31 de marzo, privando de fondos a 20 estudiantes.
Para una universidad como San Marcos, donde más del 40 % de los estudiantes tienen ingresos tan bajos que reciben ayuda financiera federal denominada becas Pell, la pérdida de las becas de formación del NIH supone un duro golpe para los aspirantes a científicos.
Los orígenes del centro de formación de San Marcos se remontan a 2002. A través de él, más de 160 estudiantes han obtenido o están cursando un doctorado en una universidad estadounidense.
La cancelación de las becas ha sido muy dolorosa. “Había tantas lágrimas en mi casa que mi marido me compró un cachorro”, cuenta Denise García, directora del centro y profesora de ciencias biológicas.
García recuerda que en marzo estaba revisando un grupo de chat digital en Slack con muchos otros directores de becas U-RISE cuando, de repente, el tablón de mensajes se iluminó con actualizaciones que indicaban que sus becas habían desaparecido. Al menos 63 escuelas de todo el país perdieron sus becas, según datos de los NIH.
En los últimos cuatro años de su beca U-RISE, el centro ha hecho saber a los NIH que el 83 % de sus estudiantes ingresaron en un programa de doctorado. Eso supera el objetivo de la subvención del campus, que era que el 65 % ingresara en programas de doctorado.
Mendoza está agradecida: fue una de las dos estudiantes que ganaron una beca del campus que sufragará gran parte, pero no la totalidad, de los gastos de asistencia a la universidad tras perder la beca del NIH. Eso, junto con un trabajo en una farmacia los fines de semana, puede proporcionarle el dinero suficiente para terminar la licenciatura el año que viene.
Otros no están seguros de cómo van a pagar la universidad mientras se centran en la investigación durante el próximo curso.

El clima actual de admisión a los programas de doctorado “se encuentra sin duda en un punto en el que se necesita experiencia previa en investigación para poder ser competitivo en los programas de doctorado”, afirma Elinne Becket, profesora de ciencias biológicas en la Universidad Estatal de California en San Marcos y directora del laboratorio de ecología microbiana donde Mendoza y otros estudiantes perfeccionan sus investigaciones durante unas 15 horas a la semana.
San Marcos no tiene mucho dinero para reemplazar las subvenciones perdidas, lo que significa que los estudiantes actuales y futuros de San Marcos tendrán “sin duda” más dificultades para tener acceso a un programa de doctorado, añade Becket. “Es algo que me quita el sueño”.
La investigación es ‘la pieza que falta’
En una semana típica en el laboratorio de Becket, Mendoza conduce hasta un humedal o una cala cercana para recoger muestras de agua, como parte de un experimento en curso para investigar cómo los cambios microbianos en el ecosistema son indicios de un aumento de la contaminación en la vida marina y las plantas. A veces se pone un traje de neopreno y se adentra en aguas de un metro de profundidad.
Al día siguiente, extrae el ADN de las bacterias de sus muestras y lo introduce en una máquina secuenciadora. La secuenciadora, que se parece a una pequeña lavadora de trastes, empaqueta millones o miles de millones de fragmentos de ADN en un solo chip que luego se procesa en un superordenador construido por un antiguo estudiante de posgrado.
“Cuando encontré la investigación, fue como encontrar la pieza que me faltaba”, dijo Mendoza, beneficiaria de una beca Pell, entre lágrimas durante una entrevista en la Universidad Estatal de California en Marcos. La investigación le ha dado alegría y ha consumido su vida “de la mejor manera”, añadió. “Es una verdadera lástima que personas que merecen tanto estas oportunidades no puedan tenerlas”.
“Trabajas muy duro para ponerte en una posición en la que no tengas que preocuparte, y luego te lo quitan”, dijo Camila Valderrama-Martínez, estudiante de primer año de posgrado en San Marcos, donde también obtuvo su licenciatura y trabaja en el mismo laboratorio que Mendoza. Estaba en su primer año de la beca Bridges to the Doctorate, destinada a estudiantes de máster que desean obtener un doctorado centrado en la biomedicina. La beca incluía una ayuda de 26 000 dólares anuales durante dos años, además de una exención del 60 % de la matrícula y dinero para asistir a conferencias.
Puede conseguir un trabajo, pero eso “me quita tiempo para investigar, estar en el laboratorio y centrarme en mis estudios y mi tesis”. Depende exclusivamente de la ayuda financiera federal para pagar sus estudios y su alojamiento. Conseguir préstamos, a menudo condenación para los estudiantes, parece su único recurso. “Es eso o no terminar mi carrera”, afirma.
Detalles de las becas canceladas por los NIH
Estas cancelaciones de subvenciones son independientes de otros recortes en los NIH desde que Trump asumió el cargo en enero, incluidas subvenciones multimillonarias para la investigación de vacunas y enfermedades. Además, se suman al plan de los NIH de reducir drásticamente la cantidad que reciben las universidades de la agencia para sufragar el mantenimiento de los laboratorios, otras infraestructuras y los costos laborales que son esenciales para la investigación en los campus. El fiscal general de California se ha unido a otros estados liderados por demócratas para demandar a la administración Trump con el fin de detener y revertir esos recortes.
En el caso de San Marcos, la última subvención U-RISE duró cinco años, pero no se renovó, a pesar de que la solicitud recibió una alta puntuación del comité de subvenciones del NIH.
Armenta, director asociado del centro de formación de Cal State San Marcos, recordó que el responsable del programa del NIH le dijo que, aunque nada era seguro, él y su equipo debían ser “cautelosamente optimistas y confiar en que volverían a recibir financiación dada su puntuación”. Eso fue en enero. Semanas más tarde, el NIH suspendió el programa.
Él y García compartieron las cartas de cancelación que recibieron del NIH. La mayoría hacía vagas referencias a cambios en las prioridades del NIH. Sin embargo, una carta relativa a un programa de subvenciones específico citaba una razón común por la que la agencia ha estado cancelando la financiación: “Es política del NIH no dar prioridad a los programas de investigación relacionados con la diversidad (sic), la equidad y la inclusión”.
Esto supone un alejamiento del énfasis de la agencia en el desarrollo de un grupo nacional diverso de científicos. En febrero, la página de solicitud de esa subvención decía que “una plantilla científica diversa aporta muchos beneficios”.
El futuro de los programas de doctorado es incierto
Josue Navarrete se graduó esta primavera en la Universidad Estatal de California en San Marcos con un título en informática. A diferencia de los demás estudiantes entrevistados para este artículo, Navarrete, que utiliza los pronombres “elles/elles”, pudo completar los dos años de su beca de formación del NIH y trabajó en el laboratorio de Becket.
Sin embargo, debido a la incertidumbre generada por los recortes presupuestarios del gobierno de Trump, la Universidad de Vanderbilt, que había incluido a Navarrete en la lista de espera para un programa de doctorado, finalmente le denegó la admisión porque el programa universitario tenía que reducir el número de alumnos admitidos, según le explicaron. Más tarde, Navarrete conoció a un profesor de Vanderbilt en una conferencia que accedió a revisar su solicitud. El profesor le dijo que en cualquier otro año habría sido admitido.
El revés fue desgarrador.

“Me estoy aferrando con todas mis fuerzas a seguir en la investigación”, dijo Navarrete. Con sus planes de doctorado retrasados, recibió una oferta de trabajo de Epic, una gran empresa de software médico, pero la rechazó. “Querían que me encargara del diseño del sitio web y de las aplicaciones móviles, y eso está bien. Pero no es lo mío”.
Valderrama-Martínez citó la historia de Navarrete mientras se preguntaba si los programas de doctorado de las universidades tendrán plaza para ella el año que viene. “Dudo que en un año las cosas vayan a mejorar”, dijo.
Aún así, sigue deseando presentar sus solicitudes.
Lo mismo ocurre con Mendoza. Quiere estudiar microbiología, la investigación que le picó inicialmente y la llevó a San Marcos. Con el tiempo, espera entrar en una empresa privada de biotecnología y trabajar en el desarrollo de medicamentos.
“Por supuesto que voy a hacer un doctorado, porque eso significa que podré investigar”, afirma.