Lilia O’Hara
Cuando ejercía yo el periodismo en Tijuana y más tarde en San Diego, los caminos de los reporteros se cruzaban inevitablemente. A veces en conferencias de prensa, otras en eventos culturales en el Cecut o en algún espacio al norte de la frontera, y en ocasiones en esos espacios híbridos donde la frontera se mostraba más como un puente que como una división.
Recuerdo que en esos años me encontraba con frecuencia con Adolfo Guzman-Lopez. Mientras yo cubría las notas de la jornada, él aparecía con un pie en la crónica y otro en la poesía. No solo era periodista: en las noches se reunía en taquerías junto con otros poetas, leyendo versos al calor de la carne asada y el bullicio de la ciudad. Había en él una vocación doble —la de narrar la noticia y la de nombrar la vida cotidiana desde lo poético—, como si entendiera que ambas cosas son parte de la misma búsqueda de verdad.
Hoy, décadas después, Adolfo vive en Los Ángeles, donde ha construido una sólida trayectoria como periodista en radio, cubriendo durante más de veinte años la vida del sur de California. Ha reportado sobre transporte, educación, política municipal y arte, y ha retratado a algunos de los artistas más creativos de la región. Su voz, tanto en inglés como en español, sigue siendo puente cultural, memoria viva de las comunidades que habitan entre México y Estados Unidos.
Pero en los próximos días, regresará a San Diego con otra faceta que nunca abandonó: la de escritor. Presentará su libro recientemente publicado, California Southern: writing from the road, 1992-2025, una obra que recoge sus textos sobre los cambios y eventos que marcaron a esta región desde su infancia en los años ochenta hasta nuestros días.
En esas páginas, Adolfo vuelve a su origen: el niño que nació en la Ciudad de México, pero creció en National City, que estudió en Pacific Beach y en la UCSD, que acompañaba a su madre mientras limpiaba casas en la costa. Su mirada es la de quien ha vivido la frontera no solo como línea geográfica, sino como biografía encarnada.
Al leer el libro, quienes vivimos en esta región reconoceremos los lugares y los paisajes, pero también la historia de los migrantes que aprenden a percibir el mundo, a sentir y a expresarse en dos idiomas y con dos tipos de antecedentes históricos que se amalgaman en algo diferente, en algo muy de la frontera y, en este caso, muy real y, al mismo tiempo, muy poético.
Las presentaciones del libro tendrán dos momentos especiales:
- 23 de agosto, 8 p.m.– Lectura en vivo a través de Radio Axiom (YouTube: @ZeuqsaV).
- 30 de agosto, 1 p.m. – Presentación en la Biblioteca Pública de National City, con motivo del vigésimo aniversario del edificio. Será un regreso significativo: en el vestíbulo aún se conserva, en una placa, el poema que Adolfo escribió para la inauguración de la biblioteca hace veinte años.
Al pensar en él, me conmueve reconocer cómo la poesía y el periodismo han seguido conviviendo en su vida. Como si aquellas lecturas en las taquerías fueran ahora raíces que sostienen este libro, donde las carreteras del sur de California se vuelven también carreteras interiores: rutas de memoria, identidad y pertenencia.
Adolfo Guzman-Lopez nos recuerda, con su escritura, que la frontera no solo se cruza: también se escribe, se habita y se sueña.