East of Wall es una película. Y también es un poema. Un poema sobre el duelo, el amor y la determinación. De paso, nos asoma a la vida en un rancho donde una familia mixta doma y entrena caballos para venderlos… incluso en TikTok, si es necesario.
Escrita y dirigida por Kate Beecroft, la cinta combina realidad y ficción. En un paraje al este del poblado de Wall, en Dakota del Sur, Tabatha —joven entrenadora de caballos, rebelde y recientemente viuda— lidia con la inseguridad económica y el dolor por la muerte de su esposo. Al mismo tiempo, ofrece refugio a un grupo de adolescentes problemáticos en su viejo rancho de Badlands, donde también vive su madre y otros personajes cercanos.
La estructura familiar es tan singular como el paisaje que la rodea. Tabatha tiene dos hijos propios, pero también cuida de dos hijos de su exesposo y de varios adolescentes cuyos padres están en la cárcel o no pueden hacerse cargo de ellos. Los jóvenes, aunque viven con cierta libertad salvaje, saben cuidar a los caballos y, sobre todo, cuidarse entre sí.
La historia inicia un año después de la muerte del esposo de Tabatha. El duelo no ha sido procesado, y esa herida abierta dificulta las relaciones y el camino hacia la estabilidad. La familia sobrevive vendiendo los caballos que logra domar, aunque no siempre obtiene precios justos. Todo cambia con la llegada de un hombre adinerado que valora su trabajo… y que llega con sus propias intenciones: comprar el rancho y contratar a Porshia, la hija adolescente de Tabatha.
El drama se desarrolla de forma pausada, pero lo que más destaca es la manera en que está contado. Beecroft, en su debut como directora, alternas imágenes cinematográficas convencionales con grabaciones de TikTok, el canal que Tabatha usa para promocionar y vender sus caballos. Más que mostrar a los animales, la estrategia de venta revela a los adolescentes ejecutando acrobacias sobre ellos: pararse, colgarse de cabeza, realizar giros y maniobras que parecen imposibles.
Esta mezcla de lenguajes visuales, junto con la manera en que cada personaje va encontrando su voz, convierte el filme en una obra con identidad propia. El espectador descubre la historia de esta familia y sus dolores poco a poco, a través de voces en off y de la presencia constante de los caballos.
En East of Wall se retrata un rancho donde conviven personas de orígenes mixtos —sajones y nativos americanos—, una abuela que aparenta indiferencia, pero cuida de los suyos, y jóvenes que encuentran en los animales y entre ellos mismos un refugio para sobrellevar una vida dura.
El resultado es único: la mayoría de los intérpretes no son actores profesionales, y aunque no todos los hechos narrados son reales, los personajes sí lo son. Beecroft pasó temporadas conviviendo con ellos y logró capturar la esencia de un entorno que es tan áspero como liberador.
East of Wall es, al final, una historia de crecimiento y redención. Una obra que dignifica a sus protagonistas, en la que la vida y la ficción se entrelazan con la misma naturalidad con la que un caballo y su jinete atraviesan las llanuras. Estreno: 15 de agosto en San Diego.